A comienzos de siglo, muchas mujeres se incorporaron
al trabajo en las fábricas en unas condiciones muy duras: largas jornadas
laborales y salarios inferiores a los de los hombres. A medida que las mujeres
se iban incorporando al mundo laboral, se hacía más evidente que aquella
situación no era justa, y poco a poco empezaron a organizarse.
Una de las protestas reivindicando mejores
condiciones laborales fue la que protagonizaron las trabajadoras de la fábrica
textil Cotton de Nueva York, en Estados Unidos. Era el 8 de marzo de 1908 y las
trabajadoras se encerraron en el interior para pedir que se les redujera su
jornada laboral a 10 horas. El propietario de la fábrica decidió incendiar el
edificio para hacerlas salir de allí, y el resultado fue de 129 trabajadoras
muertas.
Estos son los hechos puntuales, que nos sirven
de referencia concreta para conmemorar este día, pero el 8 de marzo es mucho
más que la celebración de unos hechos concretos.
Este día se ha convertido en una jornada de
reflexión sobre el largo camino que las mujeres han tenido que recorrer para
ver reconocidos sus derechos.
En España, el primer 8 de marzo se celebró en 1977,
una fiesta que el movimiento de mujeres aprovechó para plantear sus problemas
en el terreno laboral. Un año más tarde, en 1978, la Constitución Española
reconoció la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres, como uno de los
principios del ordenamiento jurídico.